Grave incertidumbre existe en los productores de soya del país, debido especialmente a las restricciones a la exportación que ejerce el Gobierno. Consideran sus dirigentes que las políticas restrictivas a las exportaciones no hacen otra cosa que perjudicar a la producción y al mismo país que se ve impedido de un mayor ingreso de divisas y, además, evita la posibilidad de realizar otro tipo de exportaciones como de arroz, cacao, café, azúcar, sorgo, maní y otros que tienen seguros mercados en el exterior.
La fijación de bajos cupos para la exportación es perjudicial bajo todo punto de vista porque evita la diversificación de estas labores que podrían alcanzar altos índices debido a la aceptación que tiene el producto tanto en el consumo interno como internacional. El cupo de 100 mil toneladas asignado a la exportación es, dicen los productores, solo el 4 por ciento de una producción de dos millones de toneladas, que fácilmente puede ser incrementada. “Con un volumen tan reducido es difícil y costoso estructurar los cultivos para una sola exportación”, dijo uno de los dirigentes y añadió que los costos de los insumos no dan incentivos a la producción que, por hectárea, significa la inversión entre 450 a 500 dólares. Actualmente el sector soyero está integrado por 14 mil pequeños y medianos productores.
Limitaciones que sufre la producción tanto en el Brasil como la Argentina podrían ser buenas razones para incrementar las exportaciones; pero para ello el Gobierno debería liberar a las exportaciones en general, habida cuenta que el ingreso de divisas al país es de gran importancia y, además, medio para conseguir que se cultive mayor cantidad de hectáreas, cuya producción contará siempre con mercado; “limitar las exportaciones es atentatorio contra cualquier economía” sostuvieron dirigentes soyeros.
Efectivamente y desde hace tiempo, hay preocupación en los productores de arroz, azúcar, oleaginosas de todo tipo, maní, cacao, sorgo, centeno, café y otros que bien podrían liberar a la producción agropecuaria de preocupaciones y angustias porque las limitaciones del tipo que fueren no dan lugar a que los productores se preocupen por mejorar tanto la calidad como la cantidad de lo que producen y consideran que no hay incentivo alguno por parte de las autoridades que se empeñan, como en el caso de la soya, por limitar las exportaciones y, con ello, dan lugar a que productores de otros países se beneficien.
El Gobierno no puede estar pendiente solo de la producción de gas y minerales, puesto que la soya es uno de los principales productos entre las materias primas de exportación que ocupa lugares preferentes. Incentivar y apoyar la producción agropecuaria es agrandar los ámbitos de la economía, crear más fuentes de empleo y asegurar mayor ingreso de divisas que el país requiere.
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